Hacia Un Nuevo Paradigma

Vivimos en un mundo basado en la interdependencia. Cada uno de los elementos existentes depende de una u otra manera de otros elementos, formando así sistemas de todo tipo y escala, que a su vez se relacionan entre sí. Por ejemplo, no podemos entender la economía si no es dentro de una sociedad, y a su vez no puede existir ninguna sociedad si no es dentro de un medio natural que lo sustenta. Es esta visión sistémica la que nos permite comprender que no somos seres aislados del mundo físico y natural, sino que formamos parte de sistemas socio ecológicos complejos. En otras palabras, pueblos, ciudades o comunidades, habitadas por personas y otros organismos vivos, donde abundan las propiedades emergentes, existe un elevado grado de incertidumbre y los cambios pueden ser irreversibles.

Sabiendo que el cambio no es fácil, y que incluso el cerebro está optimizado para crear patrones y minimizar el consumo de energía que implica cambiar, todo profesional debe aprender a hacer frente a la realidad con la que se encuentra hoy en día, y hacerlo de forma que no hipoteque su futuro. Probablemente, la situación económica no requería cuestionarse la forma en la que las organizaciones se comportaban en un entorno de crecimiento. En situaciones de crisis e incertidumbre es imperativo cuestionarse la validez de los viejos paradigmas.

La necesidad imperiosa de un futuro distinto un lugar donde la humanidad toma consciencia de nuestras pertenencias a un único ecosistema global del cual todos somos responsables. Actualmente estamos viviendo el tránsito hacia ese nuevo lugar, es un cambio de era que vendrá regida por un pensamiento distinto, y un nuevo paradigma.

Para el mundo de las organizaciones específicamente, el viaje hacia el nuevo paradigma significa aprender a operar considerando a los trabajadores como personas integradas a la sociedad y al planeta, lo que significa, desarrollar verdaderamente una misión que beneficie no solo a los inversores sino también al ecosistema del que forman parte.

Pero mientras que ya nos adentramos en la segunda década en el siglo XXI, mucha gente está todavía anclada en el paradigma del siglo XX, según el que, por ejemplo, y tener éxito significaba ganar mucho dinero lo más rápido posible y en el menor tiempo. Es el paradigma en el que todo giraba alrededor de estimular el consumo a toda costa a fin de cumplir con las expectativas trimestrales de los inversionistas. Según el nuevo paradigma, el termino éxito se refiere mas al equilibrio entre la búsqueda de las ganancias a corto plazo y la sustentabilidad de nuestro sistema.

El nuevo paradigma pretende también aumentar el bienestar personal, pero con el consumo mínimo. Así, la medida del éxito no será la producción, venta o consumo de bienes sino la creación de un empleo para todos aquellos que necesiten uno. Mientras el viejo paradigma intenta vender a toda costa el nuevo intenta encontrar el consumo  óptimo. 
En el viejo paradigma hay una tensión irreconciliable entre empresario y empleado. Por un lado la propiedad trata los recursos humanos como herramienta y en consecuencia el interés es en reducirlo al máximo o en eliminarlo, vía estandarización y automatización, por otro lado, el empleado ve el trabajo como un sacrificio que hace a costa de empeorar el confort personal a cambio de un salario.
El nuevo paradigma de los negocios también integra el bienestar material con la salud espiritual. No nos referimos a ninguna religión en concreto cada religión tiene su interpretación de la espiritualidad sino de una espiritualidad esencial y universal entendida como una parte integrante de la realidad de todo ser humano, imposible de renunciar a ella. Y esta integración de valores espirituales en nuestro progreso económico no debería causar conflicto.

Las organizaciones, al igual que las personas, afrontan los cambios externos con una psicología parecida, primero tenemos que hacer frente al shock de que algo ya no es igual que antes, algo en nuestro entorno ha cambiado, una vez superado el shock inicial, si lo superamos, tendremos que digerir el cambio y progresivamente hacernos cargo de lo que representa la nueva situación para nosotros en esta segunda fase, observamos el entorno con atención, empezamos a hacer muchas preguntas y a verificar la autenticidad de lo que vemos y lo que nos sucede, para tomar conciencia de la nueva realidad, es muy útil disponer de evidencias que nos validen que el cambio ha tenido lugar. Con esas evidencias podremos completar la digestión del cambio y estaremos en condiciones de pasar a la última fase de actuar.

Entendamos este cambio global de una u otra forma, lo que está claro es que la conciencia humana está evolucionando, afortunadamente, y podemos ver sus evidencias de múltiples formas, todas ellas diferentes y a la vez relacionadas entre sí.

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